Eterni.me es la startup que quiere encargarse de construir tu “yo virtual” (o lo que es lo mismo, tu fantasma digital), para que interactúe con tus seres queridos cuando ya no estés. En vez de hablar a una fotografía, tus familiares podrán chatear contigo.
La tecnología de este proyecto se ocupa de recopilar toda la información que vamos desperdigando en la red a lo largo de nuestra vida: mails, actualizaciones en Facebook y tweets. Luego, gracias a la inteligencia artificial, un avatar virtual imitará tu personalidad.
Los fundadores y CEO de Eterni.me, Marius Ursache, lanzaron la idea en el Massachusetts Institute of Technology’s Entrepreneurial Development Program, y de las 130 que se presentaron, fue la más descabellada y mejor cualificada por el equipo evaluador.
Inspirado en las novelas de Isaac Asimov y Philip K. Dick, Ursache comprendió que su proyecto tenía un atractivo visceral. Dos días después de que la web se pusiera en marcha ya registró 3.000 suscriptores y desde entonces ha alcanzado los 22.000.
Fosas digitales
Este proyecto no es el primero ni el único que intenta lidiar con la muerte en el entorno digital. De hecho, en 1995 Michael Kibbee, que padecía la enfermedad de Hodgkin, lanzó el World Wide Cementery, probablemente el primer memorial online del mundo o ciber-cementerio. Las tumbas, o entradas, se componen de fotografías de personas fallecidas, perfiles biográficos, vídeos y comentarios.
Cada día, 8.000 usuarios de Facebook mueren. La red social alberga 30 millones de cuentas de personas fallecidas y en 2009 lanzó su servicio de memorial, un proceso que bloquea el perfil de un usuario fallecido y lo convierte en un santuario permanente.
La obsesión por dejar huella
A pesar de que la inteligencia artificial todavía es demasiado primitiva para representar de forma realista a un ser humano (el Test de Turing sólo ha alcanzado el nivel de complejidad de un niño de 13 años), se cualcula que Eterni.me estará lista dentro de 30 o 40 años, es decir, en el ocaso de la generación digital.
Ya se trate de un avatar virtual o una lápida, “para la mayoría de la gente está en juego el miedo a ser olvidado”, explicó Ursache a Newsweek, para quien el software para organizar nuestra vida digital, aun después de muertos, es “un producto necesario en la era de internet”.
Hoy no parece descabellado que, si invertimos tanto tiempo y energía en nuestra existencia digital, queramos que internet se acuerde de nosotros. El egosurfing, nuestro legado, el hecho de aparecer en un buscador puede representar la única prueba de nuestra existencia en el futuro. Así que tampoco parece raro que queramos tunear nuestro perfil eterno, con nuestra mejor foto, éxitos en la red y en la vida.